Capítulo 17. The Key.

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CAPÍTULO 17: 'THE KEY'

Silencio. Silencio era lo único que había en el coche de vueta a casa. Anna iba concentrada en la carretera y Rubi escuchando música en el móvil. Aunque lo único que rondaba por su cabeza era el motivo de aquella comida. Su madre tenía novio. Ni un mes hacía que sus padres se separaron y ya tenía a otro. Quizá papá no era el hombre adecuado para mamá. Quizá ese tal 'Allen' era una buena persona, una buena persona para su madre, ¿Quién sabe? Lo único que sabe es que mañana por la noche lo conocerá, lo que la llena de nervios y dudas. 

El tono de notificación de su móvil sonó a través de sus auriculares. Había recibido un mensaje de _____.

Ruubi, ¿Qué tal? Tengo millones de cosas que contarte, ¿Mañana quedamos y te cuento? PD; Tengo un plan(; *Muahaha*

Le respondió:

Pues no sé cómo estoy, yo también te tengo que contar. Mañana me parece bien, ¿Vienes a mi casa? Ya hablaremos sobre qué hora más tarde. PD: No sabes el miedo que me das :S

Al mirar la pantalla del móvil, vio que tenía otros dos mensajes. De Zayn. ¿Por qué no los había oído? Ah, mierda, tenía los auriculares enchufados... Abrió la conversación por SMS con Zayn. Tenía dos sin leer.

Buenos días. ¿Qué tal has dormido? Espero que bien. Me encantó la tarde de ayer, me gustaría repetirla. Ya sabes, quedar todos y eso... Contesta cuando puedas ;)xx

Bueno, veo que estás ocupada, lo dejamos para otro día entonces. ;)xx

También le respondió a él.

Buenos días/tardes. Siento no haberlo visto antes, pero es que estaban los cascos puestos y no podía oír los mensajes. Bueno, lo siento de veras. Además, hoy he ido a comer con mi madre. ¿Cuando llegue a casa te llamo? (:x

Pasaron apenas unos segundos cuando recibió su contestación.

Me parece genial. Y tranquila, ya saldremos otro día:)

Rubi sonrió inconscientemente y volvió a concentrarse en su música.

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Terminamos de comer y nos sentamos en el sofá a ver un rato la tele. Me costó, pero convencí a Liam para ver Bob Esponja y allí estuvimos gran parte de la tarde, aunque la mayoría del tiempo estábamos hablando, ya que a él no le interesaba bastante mi amigo amarillo. 
Liam: Pues que sepas, que tengo un arañazo en el brazo por tu culpa.

Tu: ¿Por mi culpa? Que yo sepa solo te he hecho un mordisco. 

Liam: ¿Solo? -Los dos soltamos una carcajada.- Fue cuando te perseguía por tu jardín, me raspé con un árbol.

Tu: Ya te vale... Deberías ir mirando por donde vas.

Liam: Claro, y así voy encontrando puertas extrañas por ahí como tú ¿No?

Tu: ¡Ala! Ya no me acordaba de la puerta... -Nos sonreímos mutuamente, habíamos encontrado un sustituto a la tele.- Vamos a ver si en la caja de las llaves hay alguna interesante.

Nos levantamos del sofá y fuimos al hall, donde había una especie de armario pequeño, solo para llaves. Lo abrí lentamente, tengo que decir que la curiosidad me mataba. Había tres filas y tres columnas de ganchos para las llaves, o sea, nueve. De los que solo estaban ocupados siete. Las otras dos eran mi copia de la llave, y la de mi padre. Cogí una por uno por uno cada juego de llaves ante la mirada de Liam, quien juraría que también tenía muchas ganas por saber a dónde lleva esa misteriosa puerta. Todas eran o de la puerta principal, o del garaje, o de la puerta de la cocina, o de la verja delantera y trasera. Ninguna "especial"

Liam: Qué pena...

Tu: Hombre, te esperabas que lo pusieran tan fácil: La llave de una puerta secreta -Entoné de otra forma esa palabra- en el mismo lugar que las llaves de puertas normales.

Liam: Bueno, no estaría mal. -Sonrisas. Él alcanzó la llave que yo tenía de la mano y la palpó, con el mismo resultado. Nada. La fue a dejar en su lugar, pero al colgarla, frunció el ceño.

Tu: ¿Qué pasa?

Liam: Escucha. -Me pidió mientras cogía de nuevo la llave y la volvía a dejar.- ¿Lo oyes?

Tu: No... ¿Qué debería oír?

Liam: Suena como... hueco. -Repitió el movimiento y yo agudicé el oído aún más. 

Tu: ¡Ya lo oigo! Igual hay un doble fondo, o algo así.

Liam: ¿Como en las pelis?

Tu: Como en las pelis. 

Descolgué el pequeño armarito de las llaves, destapando la pared. Se podía distinguir un rectángulo, más pequeño que el armario, de un color diferente al de la pared, un tono un poco más claro. Liam y yo intercambiamos miradas. Me acerqué más todavía a la pared y la toqué. Había una especie de caja del mismo material que la pared. Lo saqué con cuidado de no romperlo. Nos sentamos en el suelo para examinarlo mejor. La destapé y por fin encontramos lo que buscábamos desde un principio: la llave.

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Anna aparcó el coche en el garaje. Rubi salió de él y fue directamente a su habitación. Cerró la puerta, sacó el móvil y buscó el nombre de Zayn en su agenda. Se pensó unos segundos qué decirle y si llamarlo en ese momento, o esperar, para hacerse un poco de rogar. Deshizo esos pensamientos y tocó la palabra 'Llamar' en la pantalla de su móvil. Apenas sonó el primer tono cuando aquella voz atravesó sus oídos. 

Inicio vía telefónica.

Zayn: ¿Rubi? 

Rubi: ¡Hola! Qué rápido has contestado ¿No? 

Zayn: Si... Es que estaba... Mirando twitter y, claro, tenía el móvil de la mano. -Improvisó él. No podía decirle que estaba esperando impaciente su llamada. Al menos no todavía. 

Rubi: Ah, bien. ¿Qué tal? ¿Qué has hecho hoy? -Propuso tema de conversación ella. 

Zayn: Pues no mucho. Me he quedado aburrido en casa, he dado alguna que otra vuelta por el jardín y he visitado la cocina. -Bromeó, lo que hizo reír a la chica al otro lado de la línea.- ¿Y tú?.

Rubi: He ido a comer con mi madre. 

Zayn: Sí, es verdad, ya me lo dijiste. 

Rubi: Y, ¿A que no sabes qué? Mi madre tiene novio.

Zayn: Guau, no me lo esperaba, la verdad. -Dijo entre risas. Y ese fue solo el comienzo de una de las conversaciones más largas que los dos habían tenido. Acabaron cuando se les cayeron a ambos los párpados.

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-Dos cafés y un refresco de naranja, por favor. -Pidió amablemente una señora de unos cuarenta años de edad, acompañada por su marido y una niña pequeña.

-Entendido, ahora mismo se lo llevo- Respondió la camarera con una sonrisa.

Era bastante joven, no más de veinte años. Era alta y con buen físico. Su pelo, marrón, caía sobre sus hombros en bonitas y favorecedoras ondas. Se apartó de la mesa y se acercó a la barra, a comunicar el pedido. Hoy ha sido un día  muy ajetreado, no ha dejado de entrar y salir gente. No ha podido descansar en todo el día. Pero parece que, al ser más tarde, la cafetería se ha tranquilizado. Solo están ocupadas dos mesas: la que acaba de pedir y una en la que están una pareja de adolescentes encariñados y melosos. 

Al ver que nadie la necesitaba en ese momento, se sentó en uno de los taburetes de la barra a descansar. No pasó ni medio minuto para que la campana de la puerta sonara, indicando así que un cliente había entrado. 

Volvió a su puesto sin ni siquiera mirar a su próximo cliente. Toqueteó la pantalla del ordenador, para tenerlo todo preparado. Una vez todo listo, despegó la mirada de la pantalla y se encontró con unos ojos azules, brillantes. Tragó saliva. Delante de ella había un chico, rubio. Con una sonrisa perfectamente imperfecta.

-Hola, dos Coca-Colas, por favor. Y una bolsa de patatas. -Comandó el apuesto chico.

-Perfecto, en un segundito está listo. -Respondió ella con una sonrisa, la que él devolvió mientras se sentó en una mesa al fondo, pegada a la ventana. 

¿Dos Coca-Colas? Así que no iba solo... ¿Y si venía con su novia? Una pequeña chispa de tristeza recorrió sorprendentemente a la camarera, quien acababa de echar el último hielo a los refrescos. Normalmente ella era la que se encargaba solo de pedir nota, pero se tomó la libertad de llevar el pedido a la mesa. Le picaba la curiosidad por saber con quién estaba el chico de antes. 

Se colocó bien la ropa, puso en su mano la bandeja y se encaminó a la mesa del fondo. 

-Aquí tenéis: dos Coca-Colas y una bolsa de patatas. -Ubicó el pedido sobre la mesa mientras sonreía, al ver que su compañía era un chico, castaño y de ojos azules, también.

-Muchas gracias, mm... -El chico achinó los ojos para leer mejor la chapa con el nombre de la joven, enganchada en su camiseta- Albira.