Capítulo 18. Heartache.

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CAPÍTULO 18: 'HEARTACHE'

El aire fresco rozó mis piernas. La hierba del jardín acarició mis pies desnudos. Fue entonces cuando me di cuenta de que todavía estaba en pijama y descalza. La emoción de encontrar esa misteriosa llave había conseguido apartarme de todo lo demás. 

Tu: Espera un segundo, que me tengo que cambiar. -Liam me miró de arriba a abajo y puso cara de no entender.- ¿Qué? Estoy en pijama, no voy a salir a la calle en pijama. Además, hace frío. -Dije riendo 

Liam: Bueno, vale, como quieras. Pero no tardes mucho. -Dijo mientras yo subía las escaleras hasta mi cuarto. Entré en él y en apenas tres minutos ya estaba vestida.

             

Bajé las escaleras corriendo y avisé a Liam de que ya estaba lista. 

Liam: Guau, has sido muy rápida. 

Tu: Sí, es que si me lo pide alguien como tú pues... Ya sabes. -Dije bromeando. 

Salimos al jardín. Lo que más me sorprendió fue lo rápido que había anochecido. Se me ha pasado la tarde volando. A pesar de la movida de Harry. ¿Cómo estará él ahora? Seguro que ya ha pasado página, se habrá olvidado de lo ocurrido esta tarde... O eso espero. 

Liam: ¿En qué piensas? 

Tu: En nada. -Mentí. Por fin llegamos a la tan esperada puerta. Nos miramos entre los dos e introduje la llave. La hice girar, encajaba perfectamente, aunque provocando un sonido poco agradable. Cuando el cerrojo estuvo fuera del todo, tiré de la puerta y entre los dos conseguimos abrirla. Se produjo un chirrido, al parecer llevaba tiempo sin abrirse. Lo único que se veía era oscuridad. Ambos sacamos los móviles para alumbrar, como un acto reflejo. 

Liam: ¿Preparada? -Asentí como respuesta. Pusimos el modo linterna en nuestros respectivos teléfonos móviles y alumbramos al interior. Había una especie de pasadizo, no muy cuidado. 

Nos adentramos en él. Me agarré al brazo de Liam, ya que al estar tan oscuro, me daba un poco de miedo. Seguimos caminando lentamente un poco más, y a los 10 metros de la puerta había otras dos puertas, una a cada lado del túnel. Optamos por la de la derecha. 
Nos acercamos, giramos el pomo y la pudimos abrir, menos mal que no necesitábamos otra llave. Conseguimos abrir la puerta del todo aunque las bisagras estaban oxidadas. Mis ojos no daban crédito. 

Un jardín precioso se escondía tras esa puerta. No era demasiado grande, tenía una bonita fuente en el medio, que, aunque no estaba encendida, refrescaba el ambiente. A su alrededor había un par de bancos y muchas flores. ¿Qué sería un jardín sin flores? Aunque estas pobres flores estaban marchitas, al parecer hace tiempo que el antiguo dueño abandonó la casa. 

Tu: Wow. -Logré a decir. 

Liam: Sí, es... 

Tu: Precioso. 

Liam: Sí. Aunque los bancos necesitan una mano de pintura. 

Tu: Y deberíamos asegurarnos de que la fuente funciona, y regar ya de paso las flores. 

Liam: Seguro que queda muy bonito. -Le miré y portaba una sonrisa de oreja a oreja, gesto que me contagió.- ¿Vamos a mirar que hay en la otra puerta? 

 Tu: Vamos. -Salimos de aquel precioso recinto y nos acercamos a la otra puerta. La abrimos con la misma delicadeza que la anterior. Escondía otro tramo de pasadizo, que acababa en otra puerta. 

Liam: Me estoy empezando a cansar un poco de tanta puerta... -Dijo. Yo solté una carcajada y acabamos riendo los dos. 

Tu: Seguramente esta sea la última. 

Liam: Eso espero. 

Nos separaban otros quince metros de la supuesta última puerta. Volví a agarrarme del brazo de Liam. No soy muy fan de la oscuridad. Una vez que llegamos al final del túnel, fui yo la que se encargó de girar el pomo. Esta puerta parecía más nueva que las demás. La abrí y vi oscuridad. Acerqué un poco más la luz del móvil y vi, nada más y nada menos, que mi ropa. Toda mi ropa colgada de perchas. Era una puerta que comunicaba con mi armario. 

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La pareja de adolescentes pagó y se fue. Solo quedaban dos mesas ocupadas. Albira aprovechó el momento para acudir a limpiar la mesa que acaban de dejar libre. Sin evitar echar un vistazo a la mesa del joven rubio. ¿La estaba mirando? No, no puede ser. ¿A ella? ¿Una simple camarera de una cafetería? No. Seguro que tiene una lista interminable de chicas que quieren estar con él. Y ella es solo eso. Una más. ¿Para qué molestarse? Seguro que tiene a alguien más guapa que ella esperándolo. Pasa el trapo de nuevo por la mesa. Limpia las migas y coloca bien las sillas. En esto la pareja y la niña que ocupaban una de las mesas se levanta, se acerca a la barra a pagar y se va. Albira se acerca a la mesa y repite el proceso. Trapo, migas, sillas. 

Al darse la vuelta descubre que los dos jóvenes también se han ido, dejando la cafetería vacía. Hace el amago de limpiar aquella mesa también, pero un papel la hace parar. Es una servilleta, pero tiene escrito algo. Lo toma con una mano mientras lo lee. 

Tienes unos ojos muy bonitos, ¿Sabías? 

 -NH

 Aquel trocito de papel hizo que ella desprendiera una sonrisa. Lo guardó en el bolsillo de su pantalón y siguió con su tarea, hasta que terminó su turno y pudo irse a casa. 

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Tu: No me lo puedo creer. 

Liam: ¿Qué? -Preguntó desconcertado, él todavía no había traspasado la puerta. 

Tu: Mira, entra. -Entró, y siguió sin entender nada. 

 Liam: ¿Por qué hay ropa? 

 Tu: Es mi armario, Liam. Esta puerta comunica con mi habitación. 

 Liam: ¿Seguro? A ver si va a ser el de tu padre. 

 Tu: Una chica reconoce su ropa aunque estemos a oscuras, además, mira. -Entré, atravesé el armario y abrí la puerta, encontrándome con mi habitación.- ¿Ves? Él me siguió, y llegó hasta donde estaba yo. 

 Liam: Ah, pues tenías razón. -Dijo sonriendo. Yo le devolví la sonrisa. Noté un pequeño cosquilleo en la tripa, pero no le di importancia, sería de la fiebre, o de la comida. ¿No? 

Tu: Mi padre va a llegar dentro de nada, así que lo mejor es que volvamos y cerremos la puerta, ¿No crees? 

Liam: Sí, no vaya a ser que nuestro secreto no sea más un secreto. -Hicimos lo dicho, cerramos la puerta con llave y la guardamos en un hueco entre la hierba, no muy a la vista. 

 Tu: Estoy muuuy emocionada por empezar a cuidar el jardín. 

 Liam: Yo también, ¿Quieres que quedemos...? Bueno, mañana en todo el día no podemos. 

Tu: ¿Ni por la mañana? 

 Liam: Tenemos la entrevista, y prometiste escucharla. -Se me había olvidado por completo... 

 Tu: ¿A qué hora es? ¿Y en qué cadena? 

 Liam: A las doce y media, encima es una cadena española, la puedes oír por internet. Se llama... 'Los cuarenta...' -Intentó decirlo en español, pero no le salió muy bien- No se qué. -No pude evitar reír disimuladamente. 

 Tu: ¿Os entrevista Tony? 

 Liam: Mm... Me suena que sí. No te olvides de escucharnos. 

Tu: No, tranquilo. -Sonreímos. 

Oímos a mi padre entrar en casa, así que me despedí de Liam y se fue. Llamé a Rubi para acordar la hora de encuentro mañana. Íbamos a quedar en su casa, ya que su madre estaba fuera. Una vez que cené y me puse el pijama, me fui a la cama, donde repasé todo el día, desde el comienzo hasta el final, teniendo muchas y diferentes sensaciones.

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Louis: ¿Qué haces Harry? -Se asomó por la puerta de la habitación de su amigo, encontrándolo finalizando una conversación telefónica. 

 Harry: No... Nada... -Improvisó. Por supuesto que Louis no se lo creyó. 

Louis: ¿No has salido de aquí en toda la tarde? 

Harry: No. 

Louis: ¿Y con quién has estado hablando? 

Harry: Pues con mi hermana y con una... Amiga. -Louis se fijó en la expresión facial de su amigo. Miró hacia abajo, lo que quiere decir que intenta ocultar algo. 

Louis: ¿Quién es esa amiga? -Harry desvió la mirada, y fue cuando Louis lo entendió todo.- ¿Melissa? 

Su compañero asintió con la cabeza. 

 Louis: Ya hemos hablado de esto, Harry. Ya sabes cómo es ella. 

 Harry: No quiero hablar de esto ahora, déjame solo por favor. 

 Louis: Pero Harr... 

 Harry: Por favor. -Lo interrumpió. El castaño respetó a su amigo y salió de su habitación, dejándolo solo con sus pensamientos, como él quería. 

Sabe perfectamente que lo de Melissa fue, es y será un error, pero no puede hacer otra cosa. Ya ha empezado, ya no hay vuelta atrás. Y aunque siente que esto le va a doler, incluso puede que no solo a él, prefiere un dolor en el corazón que un dolor en el orgullo. Así es Harry Edward Styles.